martes, 11 de mayo de 2010

Vienes


Vienes y traes tras tu sombra los pasos de de ciertas supersticiones que no me agradan.
Lo sabemos desde que las escrituras dejaron de ser pensamientos y las cartas cayeron sobre la mesa del living dejando mi verdad sobre tu abrazo.

Qué le puedo hacer, te quiero ver venir
esquivando la lluvia dorada de este y todos los otoños,
pateando adoquines de sales que me joden la vida
y aguas que no quiero sufrir más,
sino es por vernos crecer.

¡Dios! Sabes que vienes y engrandeces todo,
todo cuanto pueda existir o inventemos:
contigo el aura lunar se espesa,
los soles del espacio de acercan a mi centro,
el universo es bautizado y … me haces latir.
Aunque no sé si es un latido justo
o un temblor que viene de tus labios
despacio temblando en mis oídos cuando juegas a decir las palabras que realmente quiero que digas cuando nada tiene sentido si tu moreno nombre no me renace en cada milímetro de tiempo,
llegando a evocar cada fantasía soñada que se vuelve espera y camino
y derramar todo cuanto brindo recordando lo que soñé contigo.

Vienes siempre cuando quiero sentirme vivo
desde el rincón benévolo del oeste usando tu sigilo y el silencio
y así, como quien no quiere la cosa, desbaratas con dos palabras un esquema firme,
o no tan firme.
Bueno, lo sabes, no es firme cuando cabe la posibilidad de que llegues en algún momento para ser tierra de mi mundo fantástico.
Te quiero caminar, recorrer, descubrir y volver a reposar sobre el abismo de tus manos blancas.

Acaríciame el rostro cuando mire tus ojos y no diga nada de todo esto que sabes.
Bésame y no vuelvas a preguntarme lo que ya te he dicho.
Es que me incomodo solo,
es que no sabes que más allá de todo
quiero que seas realmente mi mujer
.