miércoles, 15 de junio de 2011

Empapados por un pelo de… impulso.


“Si me dices que si, piénsalo dos veces. Puede que te convenga decirme que no”
Ricardo Arjona

Solía decirle que no, era un recurso extraño para no decirle que sí, que se enterara de mi realidad y aprovechara el poder que ejerce su aire sobre mis convicciones. Anudaba las ganas de tenerla un poco más cerca de lo normal, sentir su cuerpo mojado derramando curvas en el viento, empacaba los restos del papel blanco que llevaba en los bolsillos y sacaba la lapicera a fin de mostrarme tal cual soy, alejándome de ella con la cabeza entre el rabo.
Esa tarde caminaba lento y sin pausa sobre la tierra húmeda que da al sur del parque, los obreros construían un monumento frente a la laguna, pero no lo vio cuando pasó frente a mí. Al lado de la calle estaban los tablones de madera, uno arriba del otro como nuestros ojos. Yo ya tenía escrito algo, no sé si era bueno. Ahora no lo puedo leer, esta vez cedí.