martes, 17 de mayo de 2011

Cuando las cosas salen como las cosas quieren.



En esa época de árboles endebles,
en aquella ciudadela,
bastión cultural de próceres plateados,
de erguidas estructuras pétreas, 
Abadón rondaba nuestras cervezas
con el temible augurio colgando en su boca,
con la fractura impropia de vida llameando
en la hoja de su/nuestro plan.
“te voy a llamar” “llamame”
(Tronó la piel como si fuera hoy la fecha de la primera cortesía)

Trac vuela en viento, trac se acopla aquí dentro, retumba.

(…) - Silencio -

Parece que la pluma de oro persigue en algún sitio
la biografía rubricada
sin hallar el botón off,
sin poder hallarlo.
Acá carece de sentido todo reflejo en mis ojos
si no puedo ser ni la sombra de mi ser.
“salvame” “auxilio” (recuerdo en la noche ese grito pero no sé qué noche es)
Ya no es ayer, ni es hoy, ni mañana.
Sigo olvidado entre el umbrío y el más incierto penar.
Busco volver a ser, uno entre tantos, uno más.

(…) - Silencio -

En la plaza alguien grita esquizofrénicamente
que hace milenios El Señor resucitó de la eternidad
para expurgar toda tiniebla de mi ánima fracturada.
Mientras acá nada importa, nada.
Mientras no veo el alba, ni el ocaso.
Caigo sangrado a pedazos, soy el estigma de ser,
sin tu voz en mi voz, sin tu vos en mí.
“piedad” “piedad” (eco maldito que suena lejos y aún lo escucho)

(…) - Silencio -

Después, me rendí.
No puedo dominar el destino.
Fui al bar y al fin encontré la sortija:
una lápida entre hojas amarillas
una lápida entre hojas
una lápida entre
una lápida

- Silencio - (...)