martes, 30 de agosto de 2011

Don`t worry be happy

Desperté agitado, con las manos sudorosas. Sentía una punción sobre el costado derecho, como una lanza filosa penetrando mi piel. Anoche soñé que caminaba por un lugar desconocido pero que sabía mi lugar. Era una calle cortada en ambos extremos por otras dos calles perpendiculares. En la del medio había una peña, gente bailaba, cantaba, tomaba vino tinto, era feliz. Yo caminaba entre ellos, no podía ver los rostros, como si alguien los hubiera borrado por completo de mi memoria, pero tenía la sensación, el sentimiento de saber quienes eran y al mismo tiempo no saber. Tuve miedo de pensar en eso, seguramente mi realidad no era la de los demás o tal vez mi lugar no está más en ese sitio. Hay algo que todavía no me cierra. No puede comprender qué es. Es como la sensación de sentir que algo no va bien. Al mediodía me senté en un banco de la calle, era como estar en medio de la peña. Caras borrosas iban y venían. Fue ahí que agarré la lapicera y detrás de un volante comencé a escribir. Tenía pensado crear un texto, un poema o un cuento para hablar de la papelera de reciclaje, de las cucarachas que se unen en la basura, de sus charlas, del desagüe cloacal por donde navegan sus ideas y porqué no decirlo así: sus miserables vidas. Hacer algunas metáforas para repensar la vida. Conseguir con dos vocales estampar mi firma sobre sus bocas. Pero mejor me dedico a lo mío, al paso pausado, a observar el tiempo pasar frente al hilo gris de un buen cigarro, a reírme de mi cortina sonriente, del tipo narigón que dibuja el saco sobre la bici; a saborear ese abrazo fraterno que vence al olvido premeditado. No voy a sufrir ni voy a buscar giros inesperados. Yo lo sé… Don`t worry be happy.


martes, 16 de agosto de 2011

Seis razones para llorar.

La bruma gélida de tus brunos silencios trepando por mi tobillo. Un mensaje vacío escrito a sangre en tus manos amordazadas. Una flor marchita saltando al hueco fúnebre de tus labios. Tu misteriosa y perdida mirada esquivando mis ósculos hambrientos. El pretérito fulgurante tallado inerte en mis retinas. Y todo eso de nuestra historia que ya no es.

Edú Vardé