lunes, 17 de enero de 2011

Una bella historia de amor


 Sobre el rosado ocaso
dormirá tu cuerpo desnudo
brillante perla preciada
acarician tus lenguas mi cuello
hasta hartar los cantos de ángeles
hasta partirme el alma en tus besos.



Abrazá fuerte mi pecho,
escuchá los dialectos perdidos
que sólo habitan en él,
el rugir del cosmos
que envidia tu existencia
a mi lado.
Poné pausa a la locura que
nos ataca desde afuera
y nos odia.
Dale,
apoyá tu boca en mi cuerpo
hundido en la vorágine endiablada
que no quiero respirar
si no respiro a tu lado.
Dejalo que grite solo
y arrastre ramas y
hojas viejas
que su intención de llevarnos
lejos, lejos, lejos
solitaria muera en su esperanza
si hasta que vuelvas tendré
minutos de espera
hablando sólo
con la tormenta muerta
y la lejanía de tus manos
y la
luz negra
rendida a tus pies. 

  
Al amanecer
juntarás tu piel
los rasguños de otra guerra
y guardarás
partidas
alas
en el viejo cofre
del subsuelo
donde escondés
la sonrisa
y el corazón averiado
cuando la maldita distancia
se enamora tanto
tanto
tanto
como yo de vos.

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