domingo, 21 de marzo de 2010

El príncipe del arco iris

...



Cuenta la historia que se cayó de un cometa que venía de lejos, de otro sistema solar, con olor fresco a música, con sabor a besos nuevos.
Cuando lo vi por primera vez pensé que era un niño travieso jugando por las calles porteñas, detrás de alguna pelota redonda que sólo rueda, rueda y rueda. Como yo, que voy de la cama al piso, del baño a cobertor y de la heladera a lo imperfecto de sonreír de a ratos, como de a ratos tampoco sonrío y lloro.

Sí, lo vi debajo de una luz multicolor que nacía de su pecho. Creo que algo en su sonrisa me dijo que era el justo, creo que algo en su pelo me invitó a quedarme un rato más. Pero de lo que si estoy segura, es que el brillo de sus colores me hizo volcar, o volar, o volcar y volar.

Hacía tanto que no volaba, esta ciudad no se presta para despegar cuando las alas rotas no se llegan a curar.

Es que instintivamente prefiero seguir por lo adoquines de mi esquina segura, esa donde nadie puede doblegar mi corazón, donde resguardo mi reino.



¿Pero si esta vez estoy equivocada?
¡Ay, no sé.!
¿Para dónde disparo ahora?
¡Qué matete tengo en la cabeza!
¿Soy yo o es él?
¿Qué más da?, ¡Me inspiro en vos, ché!


Me pierdo en los colores de tu sonrisa, en la música que viene despacito y me endulza la oreja. No quiero esperar, tengo que inventar algo, alguna excusa simple para poder reencontrarte.
Quiero que vengas a mi castillo, con las luces de tu interior dejando restos de una noche a tu lado.

Crucemos el arco iris una vez, lo demás será cuando tenga que ser.



Edú Vardé
http://www.eduvarde.es.tl/
21/03/2010

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