domingo, 21 de marzo de 2010

Horas fúnebres

...


Domingo primero del mes, algo huele mal, no estás, desde ayer que espero tu llamado.
Sábado anterior. “Si mi vida, después nos vemos.”
Viernes anterior: “Hoy vienen los chicos a casa”

Vacío.

Ahí está el celu, tirado sobre el sillón. Creo que todavía funciona, no lo quiero ni ver, le escapo. Es que me tiran las ganas de llamarte. Pero sé que ya nada es lo mismo. Aunque no lo quiera admitir.

Amor o costumbre.

Otra semana se viene, la distancia una vez más me deja huellas de soledad solitaria sin más que tu voz. Te extraño, gordo. Yo también, mi reina. Y suena el mudo reloj contra el kilometraje desahuciado.

Se viene el final. (¿Abierto o cerrado?)

Cobarde mensaje que nos junta en un punto neutral, exequias de un abandono anunciado. Que no sos vos, soy yo. Que un por qué anda dándose la cabeza contra el techo. Que un nudo gigante se pone a contar años, días, semanas, horas, segundos. Que en las manos se ven las marcas de los kilómetros, de las historias compartidas.

Al final, calendario nuevo.

Lágrimas que van lavando heridas, un café abandonado junto a la guitarra y la copa vacía admiran la letra de esa canción que lleva las frases que te escribí escondidas entre un anagrama. Sí, todavía te amo. Qué se le va a hacer, me miento entre resignación dudosa.

A mirar al horizonte…

¡Ni se te ocurra aparecer en él!

Edú Vardé
http://www.eduvarde.es.tl/
21/03/2010

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